Metálicas láminas cúpricas
teñidas de verde musgo
corrían de mano en mano, de piel en piel
Simple objeto de cambio
por un paisaje incólumne
por rios inquebrantables que riegan piedran sedientas
Sube la loma el ternero apacible
ante el susto de la maquina humana avanzando
sudando negros fluidos
y si se le antoja sutiles volutas de plata
Troncos teñidos de cuero reposan los vientres hambrientos de encuentro
Moviendo sus cabezas al son del tiempo
de una canción que se repite y ciega el oído
eso sí, sin partir nunca el alma
Perfora la historia de mil vidas
un trozo inerte de lo que un día un robusto pino fué
aunque muerta la infancia
tu firma en un trozo blanco de papel bastará
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